Torre Vella es una de las zonas dentro del hotel Fontenille, en Menorca. Una finca histórica cerca de la playa de Son Bou -en el camì de Llucalari– que se ha convertido en uno de los alojamientos más exclusivos de la isla. Pero no es un alojamiento cualquiera, es un agroturismo, ya que hay que recordar que la isla es Reserva de la Biosfera. De arquitectura clásica menorquina, Torre Vella es una mezcla entre lo cool y lo agrestre, como lo definen desde el alojamiento. Forma parte de Relais & Chateux y quien está detrás es el grupo francés Les Domaines de Fontenille.
El edificio más imponente de este complejo es su torre medieval, del siglo XVI. En el edificio principal encontramos las zonas de descanso o aquellas en las que podemos cenar o comer según la hora del día. A su alrededor, el Camì de Cavalls nos recuerda que estamos en Menorca. Pero no solo encontramos este camino, también descubrimos diferentes viñedos de los cuales el año que viene se podrá degustar su vino.
En el complejo de Torre Vella -tiene un hermano cercano, la finca de Santa Ponsa, que también pertenece al hotel- encontramos 17 habitaciones dispersas por toda la zona. Podemos encontrar todo tipo de suites, desde las que se encuentran en la zona de caballería a las que se encuentran en pequeñas casitas alrededor de los edificios principales. Todas ellas decoradas en tonos naturales -el lino y la pizarra son los tejidos predominantes-, que nos recuerdan que estamos en un remanso de paz en pleno Mediterráneo.
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«Los propietarios Frédéric Biousse y Guillaume Foucher han superado un bonito desafío: la recuperación de dos típicas granjas menorquinas de sus cenizas», explican desde el hotel. Y esto se palpa. La sencilla modernidad y la historia del edificio se mezclan de manera equilibrada logrando el efecto que tienes cuando llegas a Fontenille Torre Vella. Estás en un hotel de lujo pero te da la sensación de estar en la casa de campo familiar de alguien.
Precisamente el campo es fundamental en Fontenille. Al ser un agroturismo, es fundamental que haya una explotación agrícola sostenible. Muchos de los productos de los que se disfruta en la carta proceden de los alrededores de la finca -el resto es de productores locales-, y además de esto, los huéspedes podrán disfrutar de su aceite, su miel y como te comentábamos antes, de su vino. Las plantas aromáticas también proceden de su finca. La agricultura es un elemento más de este alojamiento con toque francés.
De sus alrededores también podemos disfrutar de otra manera. Lo primero, de su espectacular piscina de 22 metros entre los viñedos. Lo segundo, de las actividades de las que se puede disfrutar al aire libre. Senderismo, ciclismo, snorkel… La playa está muy cerca y a llega se puede llegar de muchas maneras. Si queremos pasear a caballo, solo tenemos que preguntar en el hotel. Si queremos disfrutar de un masaje o de unas clases de yoga, también es posible.
La presencia francesa en la isla se hace cada vez más evidente no solo con sus habitantes, también por los empresarios que apuestan por agroturismos de lujo que recuperan esos predios y esas casas menorquina con tanta historia… Y que así pueden ser disfrutadas por todos.
